miércoles, 8 de mayo de 2013

15. Examen sobre el Pentateuco - Autoevaluación y diálogo







Núm.



Apellido y Nombre

logo2Examen sobre el Pentateuco – Lunes, 29 abril 2013

           



De cuatro temas marcados en el programa, desarrolla a tu estilo dos de tu elección.
Es muy importante citar los textos bíblicos.
Libros permitidos: Sólo la Biblia - Indica qué Biblia estás usando
Tiempo: el correspondiente a las dos unidades didácticas

3. YHWH, el Dios que salva (143-146)
6. Plan de salvación (cc. 3 y 4 del Éxodo) (pp. 154-158)
16. La Teología del Deuteronomio (285-287)
17. Un Dios, un pueblo, una tierra 6,1-9,6 (294-297)

AUTOEVALUACIÓN Y DIÁLOGO

Para una autoevaluación de mi examen, se invita a quienes lo deseen (no es obligatorio) a confrontar mi examen con el maestro, en base a la sinceridad y a los datos objetivos del examen.
Tratamos de llegar al corazón mismo de la Escritura contando con tres elementos:
1) La capacidad que Dios me ha dado (pretender más es autoengaño; contentarse con menos es desidia).
2) El estudio informativo, por el que tengo acceso a lo que otros han aprendido y nos han suministrado
3) La labor personal mía

Puntos de confrontación del examen:
1.      Cómo ha desarrollado el libro el tema del examen
2.      Cómo lo he desarrollado yo (que no hacía falta copiar el libro), a saber:
ü  Cómo he centrado el tema
ü  Cómo lo he articulado: unidad y cohesión.
ü  Cuáles han sido los textos que han apoyado mi discurso y el desarrollo
ü  En suma: Con lo que he escrito ¿podría transmitir yo un mensaje valido a un grupo que me oyera?
Calificación:
o   Aprobado: simplemente pasa, se da por válido (Se supone que todos han aprobado).
o   Notable: Hay puntos logrados, pero no se alcanza ese ideal marcado; se perciben lagunas. El trabajo son cosas sueltas, son reflexiones válidas en sí, pero sin extraer la enjundia del mismo texto…
o   Sobresaliente: Centrado, Articulado, Probado.

            8 mayo 2013
Rufino María Grández

jueves, 25 de abril de 2013

14. GUÍA para elaborar un trabajo final



logo2GUÍA para elaborar un trabajo final de la materia
Pentateuco y Libros Históricos del Antiguo Testamento
           
Rufino María Grández, OFMCap

Nota previa
Con fecha de 7 de marzo de 2013 se entregó y explicó una nota que decía: “Indicaciones para elaborar un trabajo final de nuestra asignatura” y allí se hablaba en un apartado de “Cualidades de un estudio de este género”.
Surgen las dificultades. Seguramente que la razón principal es que la alumna o el alumno nunca se ha enfrentado con el empeño de tener que ejercitarse en un trabajo de carácter personal y, en un grado mínimo, científico, académico, esto es, de acuerdo a ciertas reglas de estudio. Aclaremos de qué no se trata y de qué se trata.

De qué no se trata
  1. No se trata de hacer el resumen de un libro, lo cual en sí mismo es útil y provechoso.
  2. No se trata de componer un trabajo a base de “cortar y pegar”, lo cual me podría venir muy bien para organizar una catequesis.
  3. No se trata de leer varios trabajos buenos sobre el tema que yo he escogido y resumirlos, lo cual es bueno, pero para eso no hacía falta estudiar Escritura.
  4. No se trata de hacer un trabajo que correspondería al Bachillerato o a la Preparatoria, sino de un trabajo de “grado superior”, como corresponden a un Centro Universitario.
  5. No se trata de hacer unas reflexiones en sí mismas valiosas, incluso muy valiosas y provechosas en el orden espiritual, lo cual sería muy propio para elaborar unos Ejercicios Espirituales sin necesidad de haber pasado por la Universidad.

Se trata de componer un trabajo “académico” de un inicial rango universitario, de un aprendiz que discurre por sí mismo, y con un sencillo instrumental trabajo

Dogmas fundamentales para este trabajo: Yo y el Texto, trabajo personal y creativo
  1. YO leo directamente el TEXTO, aunque me tenga que servir de autores que ya lo han manejado.
  2. YO interpreto directamente el TEXTO, aunque en los comentarios me informe de cómo otros lo han interpretado.
  3. YO relaciono, combino… este TEXTO con el otro (diciendo, por ejemplo, que es de la fuente Yahvista o Sacerdotal), y voy “generando”, “creando…” mi propio trabajo, aunque otros hayan hecho eso mismo antes que yo.
  4. YO hago mi síntesis final con los TEXTOS que yo mismo he manejado, aunque veo que otros, antes que yo, han trabajado los mismos textos y han llegado a las mismas conclusiones.

Táctica
  1. Escoger un texto, porque el texto me ha tocado el corazón.
  2. Que el texto sea correspondiente a la materia del curso, no simplemente un “tema que me gusta y que me va a venir bien”.
  3. Y que sea un tema que te va a dar suficiente material, pero que no sea excesivamente genérico (por ejemplo, yo no puedo coger este tema: “Idea de Dios en Moisés”; pero sí me valdría: “la figura de Moisés como Intercesor”).
  4. Enamorarse del trabajo que voy a hacer, y trabajarlo con cariño y pasión.
  5. Experimentar que algo va naciendo en mí, se va gestando en mí, al paso que lo trabajo. Irás viendo cómo el trabajo crece desde dentro por sí mismo por una fuerza germinal: es la ley de la vida.
  6. Ir dejándolo madurar; por ejemplo, dos horas semanales (tiempo previsto para nuestra asignatura) durante un mes y algo más, para entregarlo en el plazo previsto.

Ruta del trabajo
  1. A trabajar se aprende trabajando: ¡Trabaja!
  2. Toma el tema que ha tocado tu corazón.
  3. Escribe en un papel una “Lluvia de ideas” que se te ocurren del mismo; de momento sin orden ni concierto.
  4. Ordena esas ideas y traza un hipotético borrador de lo que piensas que podría ser ese trabajo.
  5. Usa la Biblia de Jerusalén con su aparato de notas, citas y correspondencias
  6. Toma tres libros como primera información y estudio:
- un diccionario que dé una visión genérica del tema
- y dos comentarios de los textos que más vas a emplear
  1. Comienza a desarrollar un punto tú mismo, tú misma, con ese material.
- teniendo siempre la Biblia delante y citando siempre la Biblia,
- y alguna vez, en nota, cita (con las reglas de citación) al autor que vas manejando.

POSIBLES TEMAS
(Puedes tomar uno de estos temas u otro, previamente presentado al profesor)
Consulta la hoja del 7 de marzo

  1. Dios se manifiesta como “Teofanía”
  2. La Ley de Dios como Alianza
  3. Algunas mujeres del Pentateuco (estudio muy pormenorizado)
  4. Herem (Anatema) en el libro de Josué: cómo entenderlo
  5. La oración en el Pentateuco
  6. La fidelidad de Dios en la historia de los reyes de Israel
  7. Claves para entender la figura del rey David
  8. Relación de la historia de Israel con el Deuteronomio (historia “deuteronomista”).

24 abril 2013                                             Fr. Rufino María Grández Lecumberri, OFMCap

lunes, 15 de abril de 2013

13. El libro de los Números



LIBRO DE LOS NÚMEROS

Introducción de la Biblia oficial del Episcopado Español
para uso de la liturgia y de la catequesis (2010)


El libro y su formación

El libro de los Números es el cuarto de los cinco que componen el Pentateuco. Los de Éxodo y Levítico, a los que sigue, habían dejado a la comunidad de Israel en el desierto del Sinaí, al pie de la montaña sagrada. Allí había entregado el Señor la Alianza y la Ley al pueblo, había sido construido el Santuario, había sido consagrado Sacerdote Aarón y se había inaugurado el culto. Con esos elementos y con el liderazgo indiscutido de Moisés, el Israel de las doce tribus podía ya ponerse en marcha rumbo a la tierra prometida a los padres. Es ahí donde toma Números el hilo de la historia; lo dejará cuando, al cabo de cuarenta años de peregrinación por el desierto, se encuentre Israel a las puertas de la tierra prometida.
Frente a los otros libros del Pentateuco, nombrados con su primera o sus primeras palabras, la Biblia hebrea denomina al nuestro Bemidbar («En el desierto»), que es su quinta palabra. Pero el nombre no está mal elegido, porque la historia que cuenta Números comienza y termina en el desierto. Los traductores griegos lo llamaron Arithmói («Números»), seguramente porque está plagado de ellos: véase por ejemplo 1,20-46; 3,14-51; 7,10-83, 26,5-15; Núm 28-29; 31,32-52.
Se trata de un texto cuya lectura es compleja, en donde no escasean las repeticiones, las alternancias en el vocabulario y las rupturas en la marcha del relato. Son indicios de distintas manos, que, en el transcurso de varios siglos, obedecían a mentalidades e intereses diferentes.

Estructura

Sin entrar en más discusiones ni detalles, esta sería la ordenación general del libro:
1.   El censo y los levitas: 1,1-4,49.
2.   Prescripciones diversas: 5,1-6,27.
3.   Ofrenda de los jefes y consagración de los levitas: 7,1-8,26.
4.   La Pascua y la partida: 9,1-10,36.
5.   Etapas en el desierto: 11,1-14,45.
6.   Normas sobre los sacrificios: 15,1-19,22.
7.   De Cadés a Moab: 20,1-25,18.
8.   Disposiciones complementarias: 25,19-30,17.
9.   El botín y el reparto: 31,1-36,13.

Mensaje

Las reiteradas y prolijas enumeraciones que ocupan gran parte del libro lo hacen, de entrada, poco atractivo y explican que haya sido muy poco comentado a lo largo de los siglos. Pese a ello, el libro tiene todavía hoy algo importante que decir al pueblo de Dios.
La tierra prometida a los patriarcas como meta es el hilo conductor del libro. Lsta es la razón por la que el pueblo no se puede quedar ni en el Sinaí, ni en Cades, ni en Moab: 10,29; 13,1 s. En 26,52-56 se dan las normas para el reparto de la tierra; y en 34,1-16 se describen sus fronteras.
Junto a este sentido general, no faltan otros temas de honda significación para el pueblo de Dios.
a)   Israel, pueblo elegido y bendito. Israel, por ser el pueblo elegido de Dios, tiene que ser un pueblo distinto. A las prácticas mayores, como la circuncisión y el sábado, se añaden otras menores, pero muy visibles, como las normas sobre los flecos de los vestidos (15,37-40).
Por ser el pueblo elegido, Israel es un pueblo especialmente bendito. Núm 6,22-27 recoge una fórmula preciosa de bendición. Este es el tema central de los cuatro poemas de Balaán (Núm 23-24): llamado por Balac, rey Moab, para maldecir a Israel, no acierta a proferir más que bendiciones.
b)   El pueblo elegido es la morada del Señor. «Tú, Señor, estás en medio de este pueblo y te dejas ver cara a cara» (Núm 14,14). Según Núm 2, las doce tribus israelitas, con su campamento cuadrangular, encuadran la Tienda del Encuentro rodeada por los levitas (Núm 3,14-39). No es cuestión de estrategia de defensa. Lo que se quiere significar es que, ya desde los días del desierto y hasta el presente, Dios vive er medio del pueblo. En los desplazamientos por el desierto el pueblo camina, como en procesión religiosa, conducido por Dios, que se hace presente en la nube por el di: y en la columna de fuego por la noche (Núm 9,17).
c)   El Señor es, por el ministerio de Moisés, el único rey de su pueblo. Israel no tie ne más ley que la palabra de su Señor. Dios ejerce su realeza a través de Moisés, si vicario y portavoz. Moisés es su hombre de confianza (Núm 12,6-8). Toda la legisla ción de Israel, aunque haya sido formulada en tiempos más cercanos a nosotros, s atribuye a Moisés (7,89; véase 1 l,24s). Así, siendo Moisés el portavoz fidelísimo d Dios, todas las leyes de Israel, aunque históricamente tengan un origen humano poí terior, son leyes divinas, y están amparadas y exigidas por la alianza del Sinaí.
La autoridad de Moisés no menoscaba la realeza única de Dios, sino que la realz; Moisés es el prototipo del profeta, siervo del Señor, pendiente siempre de su boca. Com profeta, le corresponde interceder por el pueblo, función que él ejerce como nadie. Si súplicas son modelo de oración apasionada y apremiante (véase, por ejemplo, 11,1 ls
d)   La figura de Aarón y la importancia del culto. En unos escritos principalmeni sacerdotales no podía menos de otorgarse un especial relieve a Aarón, el epónimo c la clase sacerdotal jerosolimitana y su presunto padre. Pero Aarón dista mucho de ti ner la importancia de Moisés.
El derecho exclusivo de los aarónidas al sacerdocio se quiere asentar en lo suced do en el desierto. La historia de la vara florecida de Aarón, eliminadas todas las d más (Núm 17,16-26), significa la exclusividad de los descendientes de Aarón en ejercicio del sacerdocio. Muerto Aarón (Núm 20,28), le sucede en el cargo su hi Eleazar (véase 31,25-47). «Acercarse» al santuario o al altar es privilegio exclusivo i los legítimos sacerdotes (18,7). La cercanía a! Señor es peligrosa y solo se tolera a 1 uHmitirlns a ella. Una serie de episodios trágicos corrobora que solo Aarón
e)   La sucesión de los líderes. Tanto Moisés como Aarón eran mortales, y habían de tener sucesores. A Moisés le sucederá Josué (27,15-20), el cual ya no tendrá sucesor. El sucesor de Aarón será su hijo Eleazar (20,25-28). Pero la relación Moisés/Aarón no se mantendrá sino que se invertirá tras su muerte. Mientras vivió Moisés, el sacerdote fue una figura subordinada a la de Moisés; en cambio Josué, según la tradición sacerdotal, estará sometido a la autoridad del descendiente de Aarón (27,21-23).
f)   Israel, infiel. Israel no hizo honor en el desierto a su condición de elegido. Nuestro libro está muy lejos de pintarnos como modélica la conducta del pueblo del desierto. F.l desierto fue un tiempo de prueba (véase Dt 8,1-6), en el que el Señor quería ver si su pueblo seguía confiando en él a pesar de las privaciones propias de aquel lugar.
Quienes habían dado culto al becerro de oro (Éx 32) volvieron a caer en la idolatría en cuanto se les presentó la ocasión (Núm 15,1-3). Ello explica que el relato del libro de los Números sea, en buena medida, una tragedia. Las infidelidades del pueblo acarrearon los correspondientes castigos, de los que no se salvaron ni siquiera Moisés y Aarón, pues, excepto Caleb y Josué, toda la generación del éxodo, salida de Egipto en busca de la patria prometida a los padres, fue condenada a morir en el desierto (Núm 14,20-35; etc.).
Este carácter trágico del libro tiene una expresión elocuente en los dos censos de la población puestos respectivamente al comienzo, todavía en el Sinaí (Núm 1), y hacia el término (Núm 26) del libro, en vísperas de la entrada en Canaán.
Un mensaje final optimista. Con todo, y a pesar de los castigos divinos y las penalidades del desierto, el pueblo está en disposición de entrar en la tierra prometida. El castigo no ha sido la última palabra de Dios. Como en la historia posterior de Israel, al pecado siguió el castigo, al castigo el arrepentimiento y al arrepentimiento el perdón y la gracia, manifestados en las intervenciones providenciales de Dios para proporcionar al pueblo agua, y alimento y para curar sus enfermedades. Del desierto se espera que saldrá