lunes, 25 de febrero de 2013

9. Interpretación mistagógica del paso del Mar Rojo



Interpretación mistagógica del paso del Mar Rojo
en la Noche Pascual

Incluimos en estas notas un trabajo que realizamos, como profesor del seminario de Logroño (La Rioja, España), en una tarea conjunta, de profesores y alumnos, sobre este pasaje de la Escritura, en una sesión académica interdiscipliar.

I. Puntos de entrada: Mistagogía

1. La mistagogía, vía de acceso a la realidad profunda del misterio
Mistagogía es la conducción al misterio, el acceso al misterio, la entrada en el misterio y significa tanto la vivencia espiritual de esa realidad, como el tipo de formulación teológica que podamos hacer sobre tal experiencia. La docu­mentación eclesiástica se ha referido a la mistagogía en dos momentos: con mucha reiteración en el Ritual de la iniciación cristiana de adultos, donde se perfila nítidamente cuál es el tiempo de la mistagogía en el proceso de la iniciación de adultos, que es el tiempo pascual, de la Vigilia hasta Pentecos­tés, máxime la primera semana. Los neófitos entran a participar plenamente de las riquezas de la vida cristiana.
De la mistagogía se habla muy significativamente por dos veces en una instrucción dirigida a los seminarios, en dos textos que me place citar de modo directo:
"Una auténtica formación litúrgica requiere no sólo la teoría, sino también la práctica. En cuanto a iniciación mistagógica, se alcanza principalmente por medio de la vida litúrgica de los alumnos, a la cual son conducidos con profundidad creciente a través de las celebraciones litúrgicas comunitarias. Esta cuidadosa iniciación práctica constituye la base del ulterior estudio; y, por tanto, se supone ya lograda al desarrollar el prorama de la liturgia".[1]
"Una auténtica iniciación o mistagogía debe ilustrar especialmente las bases de la vida litúrgica: la historia de la salvación, el misterio pascual de Cristo, la genuina naturaleza de la Iglesia, la presencia de Cristo en los actos litúrgicos, la escucha de la palabra de Dios, el espíritu de oración, de adoración y de acción de gracias, la espera de la venida del Señor".[2]
La última referencia menciona siete elementos en órbita de la mistagogía, siete elementos múltiples y variados que concurren en el acontecer de un encuentro. Dios, el Dios de la gracia, irrumpe en el seno de nuestra historia, hoy y aquí, unidos nosotros como comunidad celebrante, y nosotros respondemos como se debe responder a Dios: con oración, adoración y acción de gracias, en el anhelo de la manifestación definitiva. Si nuestras celebracio­nes, -cualesquiera que sean, por ejemplo, una celebración de la penitencia- en la estructura consciente que nosotros les imprimimos, no palpitan así, quedan mancas y desfiguradas.

2. La mistagogía, lectura litúrgica de la Biblia
La simbiosis que se da entre el contenido de la palabra y la realidad que celebra la liturgia es de tal naturaleza, que los documentos litúrgicos han podido establecer estas afirmaciones: "Cuanto más profunda es la compren­sión de la celebración litúrgica, más alta es la estima de la palabra de Dios, y lo que se afirma de una se puede afirmar de la otra, aunque una y otra recuerdan el misterio de Cristo y lo perpetúan cada una a su manera"[3] (n.5).
A modo de enunciados podemos transcribir algunas frases de este regio documento al que nos referimos, para que nos percatemos de cuál es la interpretación litúrgica o celebrativa de la Biblia. En ningún otro documen­to encontraremos un enfoque más luminoso y fecundo que aquí.
"La Iglesia anuncia al único e idéntico misterio de Cristo cuando, en la celebración litúrgica, proclama el Antiguo y Nuevo Testamento"[4]. Está claro: si leemos el Antiguo Testamento proclamamos el misterio de Cristo, y si leemos el Nuevo obvio es que lo estamos proclamando.
"La misma celebración litúrgica, que se sostiene y se apoya principalmente en la palabra de Dios, se convierte en un acontecimiento nuevo y enriquece esta palabra con una nueva interpretación y una nueva eficacia. De este modo, en la liturgia, la Iglesia sigue fielmente el mismo esquema que usó Cristo en la lectura e interpretación de las sagradas Escrituras, puesto que él exhorta a profundizar el conjunto de las Escrituras partiendo del hoy de su acontecimiento personal"[5],
Cada uno de estos párrafos se ofrece a una reflexión desmenuzada y detenida, cosa imprescindible cuando se trata de sondear en los fondos de la hermenéutica. Para concluir en este tema de las bases que sostiene la interpretación mistagógica de la Biblia en la liturgia, vaya una última cita del mismo documento de 1981. "La economía de la salvación, que la palabra de Dios no cesa de recordar y de prolongar, alcanza su más pleno significado en la acción litúrgica, que se convierte en una continua, plena y eficaz exposición de esta palabra de Dios. - Así, la palabra de Dios, expuesta continuamente en la liturgia, es siempre viva y eficaz (Hb 4,12) por el poder del Espíritu Santo, y manifiesta el amor operante del Padre, amor indeficiente en su eficacia para con los hombres"[6].

II. El paso del Mar Rojo en la exégesis espiritual y  mística del Nuevo Testamento

1. Bautizados en el Mar
El paso del Mar Rojo es una travesía, admirable itinerario en el que se despliega el poder de Dios que vence y salva. Para nosotros en el misterio litúrgico no es una travesía a pie enjuto, con el calzado sobre la tierra seca y maciza, teniendo a un lado y otro la muralla de las aguas. No es tampoco una travesía braceando a nado por el mar. Es más bien una travesía cruzando las aguas mientras nosotros estábamos sumergidos en ellas. Una travesía bautis­mal.
a) Pablo comenzó esta exégesis mística, que la ha prolongado la liturgia. El ha acumulado varios símbolos para evocar aquel paso y presentarlo ante la comunidad de Corinto. Recordemos aquellas frases iniciales del capítulo 10 de la primera a los Corintios, cuando comienza a tejer su alegoría. Dice: No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar, y todos fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar (1Co 10,1-2).
El tenor de las frases puede sugerir que Pablo, aun siendo Pablo exegeta, no está haciendo al presente una elucubración de propia cosecha, sino que, como en otras ocasiones, se remite a algo anterior a él. Una catequesis bautismal con el recuerdo del Mar Rojo será probablemente prepaulina y responde a intuiciones originarias de la vida cristiana. No es, por otra parte, una catequesis solitaria de un elemento individualizado del Éxodo, sino una nota armónica de un conjunto múltiple que resuena en el Nuevo Testamento, tales como el alimento y la bebida, o la serpiente alzada.
Esta confrontación de situaciones -lo que ocurrió antes a los israelitas y lo que sucede hoy a los cristianos- Pablo la llama "típica". "Todo esto -dice- les acaeció a ellas típicamente, typikós" (v. 13). Y del acontecimiento pasaron a la escritura donde han quedado sedimentadas para nuestra utilidad. "Fueron escritas para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos" (v. 13). La verdad es, hablando con rigor, que esa correspondencia típica no se refiere en exclusiva al episodio de la nube y el mar, sino a otros dos sucesos de magna categoría, la comida espiritual y la bebida espiritual, y a todos en conjunto los califica de acontecimientos típicos. "Todos fueron bautizados en Moisés bajo la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo" (vv. 2-4).
b) Seguramente que estamos en el mismo filón de pensamiento cuando la primera de Pedro años después ve típicamente representado el bautismo en las aguas del diluvio, aguas de salvación. Dice el autor sagrado que Cristo fue "muerto en la carne y vivificado en el espíritu" (1Pe 3,19). Ahora nosotros podemos arrancar de este Cristo en el espíritu, de ese protagonista que es Cristo Resucitado. Escuchemos, asistamos a esta acción de Cristo: "En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, en otros tiempos incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvados a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo, que, habiendo ido al cielo, está a la derecha de Dios, y le están sometidos los Angeles, las Dominaciones y las Potestades" (1Pe 3,19-22).
c) En los Evangelios se habla por dos veces de un bautismo de Jesús. Recordemos aquel dicho impetuoso del fuego y del agua: fuego en la tierra y un diluvio en el que uno va a quedar anegado. Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! (Lc 12,50). Israel pasó por las aguas y el fuego, lo sabemos. La prueba del destierro fue crisol y diluvio, anticipo de la prueba escatológica. Pero he aquí lo que dice "tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel: No temas, que yo te he rescatado, / te he llamado por tu nombre, tú eres mío. / Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, / si por los ríos, no te anegarán. / Si andas por el fuego, no te quemarás, / ni la llama prenderá en ti. / Porque yo soy Yahweh, tu Dios, / el santo de Israel, tu Salvador" (Is 43,1-3). Jesús viene a incendiar la tierra con el fuego de Dios; y él mismo tiene que pasar por el diluvio que le va a anegar.
En el bautismo Jesús había ya pasado por las aguas, y al emerger de las aguas se abrieron los cielos, y el Espíritu se posó como una paloma, y se oyó la voz del Padre (Lc 3,21-22; Mt 3,13-17; Mc 1,9-11). Fue en el Jordán (Mt-Mc), lugar donde según la tradición se repitió la gesta del mar Rojo.
En esta evocación de Jesús ¿hay una conciencia de su bautismo y de su muerte con alusión al Mar Rojo? Sorprende de pronto el lanzar este inmterrogante; de cualquier forma la sentencia de Jesús tiene una honda carga escatológica[7].
Hoy tratamos nosotros, lectores vivos, de recuperar los acontecimientos que de alguna manera nos implican. Y acabo de emplear un lenguaje tímido e impreciso al hablar de "recuperar". Se recupera un pasado, pero se vive un presente y el acontecimiento que a nosotros nos importa es un soberano presente de la acción de Dios, un evento grande, evento salvífico, que estamos celebrando y comunitariamente compartiendo; por lo tanto, concelebrando

III. Las antiguas lecturas judías y cristianas del paso del Mar Rojo

Mekilta de Rabbí Ismael (Yismael)
1. La Mekilta de Rabbí Ismael[8], recién publicada en castellano, es para nosotros un monumento singular para saber cómo sentía el antiguo rabinismo al penetrar los textos de la fe.
El método rabínico de interpretación de la Escritura es un método que podemos llamar "endógeno". Se trata de sacar de los textos lo que llevan dentro. Y esto se hace mediante reglas antiquísimas, formuladas por venerables rabinos de la época tanaítica: las siete reglas de Hillel (maestro del tiempo de Herodes), las 13 reglas del Rabbí Yismael, maestro del siglo I de nuestra era[9], a quien se atribuye la autoría de nuestra Mekilta. Los sentidos ocultos de la Escritura se obtienen mediante la aproxima­ción de textos, que establecen de modo súbito unos campos nuevos de comprensión, que nos llevan siempre hacia adentro. Es un ejercicio de pronto extraño y para nuestra lógica arbitrario; pero metidos con cierta ama­bili­dad o empatía dentro del sistema es un forma de ejercer la admiración ante la Palabra de Dios siempre inagotable.
Mediante esta operación se deleita el autor rabínico en lo que le sugiere el Cántico de Moisés. "Entonces cantó Moisés. A veces la palabra entonces se refiere al pasado y a veces se refiere al futuro... [Aduce el autor textos para uno y otro sentido]. ...Rabbí dice: No está escrito aquí Entonces cantó Moisés, sino 'entonces cantará (yasir) Moisés', de donde deducimos de la Torá la resurrección de los muertos".[10]
En este tipo de interpretación libre en alas del Espíritu es muy hermoso ver lo que se dice a propósito del coro que canta esta canción. La cantó Moisés con todo Israel, pero la cantaron hasta los niños de pecho, hasta los ángeles del servicio que rodean el trono de Dios, si bien "el Santo, bendito sea, dijo: Que canten primeros Moisés y elpueblo de Israel y después vosotros". Y "R. Meir dice: Incluso los fetos en el seno de sus madres abrieron su boca y dijeron: Cantemos delante del omnipotente, porque se dice: En las asambleas bendecid a Dios, a Yahwh los que venís de la fuente (Sal 68,27)".[11]
Con este procedimiento se van repasando los versículos del himno glorificando al Dios inefable de Israel. A veces encontramos algún dato de un terrible realismo y crítica, que queda inserto en medio de la composición ele­vada. Por ejemplo: "Cantaré a Yahwh porque exaltar se ha exaltado. Cuando un rey de carne y sangre entra en una provincia, todos lo alaban en su presencia diciendo que es fuerte no siendo más que débil; que es rico, cuando es pobre; que es sabio, cuando es tonto; que es misericordioso, cuando es cruel; que es juez, que es fiel, y no posee ninguna de estas cualidades, sino que todos los halagan. Pero Quien con su palabra creó el mundo no es así, sino: Cantaré a Yahweh porque es fuerte, etc.".[12]

El Séder de Pascua de los Judíos
2. La celebración actual de la Pascua, con gran fidelidad ritual a los siglos precedentes de la tradición, es en este caso otro punto de referencia para ver cuál es la interpretación del Éxodo en la gran tradición de Israel. Nuestros hermanos hebreos celebran la Pascua, Pésah, en la noche del plenilunio de primavera, que puede coincidir en cualquier día de la semana. Nosotros, cristianos, la celebramos el primer domingo que sigue al plenilunio, el primer día de la semana, el día del Señor. Los judíos tienen su Ritual de Pascua, Séder, que observan escrupulosamente, siguiendo el venerable uso de la tradición[13]. Es una celebración familiar. Desde la destrucción del según Templo, año 70 de la era cristiana, ya no comen el cordero, por no existir Templo para sacrificarlo. El rito se compone de las siguientes partes y elementos:
1. Santificación del nombre: Kaddes.
2. Lavado de los manos: Urhas.
3. Verduras: Karpas.
4. Fracción de la "massah": Yahas.
5. Relato del Éxodo: Maggid.
6. Lavado de las manos antes de comer: Rahas.
7. Bendición del pan: Mosi.
8. Bendición de la "massah".
9. Hierbas amargas: Maror.
10. Emparedados: Koreh.
11. Banquete: Sulhan oreh.
12. Se come la "massah" escondida: Safun.
13. Bendición después de comer: Bareh.
14. Recitación de los salmos 115-118: Hallel.
15. Conclusión del Seder: Nirsah.[14]

Este oficio familiar judío es un rito sacro, totalmente penetrado de fe, cuyo elemento principal es la incesante alabanza al Señor. El piadoso judío respira en alabanza y acción de gracias[15]. Rebosando, pues en alabanza, se celebra la historia de la salvación, se celebra hoy, evocando un pasado y mirando al advenimiento del Mesías. Para poder celebrar la Pascua es esencial situarse en la perspectiva salvífica que recuerda el rito, apoyado en la autoridad del Rabí Gamaliel, en el tiempo un poco posterior a Jesús. "Generación tras generación, el hombre debe reconocerse a sí mismo como si él hubiera salido de Egipto, pues está escrito: En aquel día se lo contarás a tu hijo diciendo: Es por lo que Adonay hizo por mí cuando salí de Egipto (Ex 13,8). El Santo -bendito sea- no sólo liberó a nuestros antepasados, sino, junto con ellos, también a nosotros, pues escrito está: Y nos sacó de allí a fin de conducirnos para darnos la tierra que prometió con juramento a nuestros padres (Dt 6,23)"[16]. Con todo, observemos que en el rito pascual judío no se lee el texto de Ex 14.
La dimensión rememorativa, que se actualiza en un presente, se abre hacia el futuro. Se pide la reconstrucción de Jerusalén, la vuelta de Elías, el ser digno de participar en los días del Mesías. "¡Oh!, reconstruye rápidamente Jerusalén, la Ciudad santa, oh Eterno, tú que en tu misericordia edificaste un día Jerusalén. Amén".[17] "Que el Misericordioso nos envíe a Elías, el profeta de bendita memoria, y nos traiga las buenas noticias de la salvación y del consuelo".[18] "Que el Misericordioso nos haga dignos de participar en los días del Mesías y en la vida eterna en el mundo futuro".[19]

Los Padres en la antigua tradición eclesiástica       
a) El libro del Éxodo es el libro del Antiguo Testamento que más ha influido para modelar el esquema de la espiritualidad cristiana y que mayor influjo ha tenido en la configuración de la liturgia.[20] En el siglo II decía San Ireneo que la tipología del Éxodo aplicada a Cristo y a su Iglesia es una tradición recibida de los presbíteros y que, por tanto, no puede ser descuida­da.[21] Aparte de Clemente de Roma, la Epístola de Bernabé, Ireneo, en el siglo II texto importantísimo de esta tipología es la la homilía de Pascua de Melitón de Sardes.
En el siglo III en Occidente tenemos a Tertuliano, sobre todo en su Tratado sobre el Bautismo, texto muy importante para la espiritualidad del bautismo y la iniciación cristiana. Mencionamos a Hipólito de Roma (Comen­tario sobre las bendiciones de Moisés, Tradición apostólica...), Cipriano... Un recorrido detallado de autores por épocas y zonas: escritores de lengua griega, latina y siríaca.
b) En este tema el autor principal es Orígenes por la categoría de su persona y exégesis y en el caso por sus homilías sobre el Éxodo y Números. Estos años se han difundido en especial las Homilías sobre el Éxodo[22]. La homilía V comenta el paso del Mar Rojo, y la homilía VI está íntegramente dedicada al Cántico de Moisés.
Orígenes recuerda la interpretación de Pablo y dice: "Ya veis cuánto se distingue la lectura histórica de la interpretación de Pablo: lo que los judíos piensan que es el paso del mar, Pablo lo llama bautismo; lo que ellos consideran nube, Pablo lo presenta como el Espíritu Santo; y de este mismo modo que éste quiere que sea entendido lo que el Señor manda en los Evangelios diciendo: El que no renazca de agua y de Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de los cielos (Jn 3,5)".[23]

c) Al hablar del Éxodo se piensa igualmente en San Gregorio de Nisa (ca 330-395) por su obra Vida de Moisés, obra considerada como manual clásico de espiritualidad que nos ha legado la tradición cristiana[24]. En la segunda parte de la obra, en la que el santo doctor nos da el sentido místico de los pasos que ha narrado en la primera como sentido histórico, dedica los números 122-129 a la significación espiritual de este portento. El ejército egipcio -carros, caballos y jinetes, arqueros, honderos...- es el ejército de las pasiones que llevamos dentro. Un insulto, por ejemplo, es una pedrada lanzada con la honda (122). Los carros son conducidos, según la versión de los LXX, por tristatas, palabra griega que le autoriza a San Gregorio a hablar de "tres capitanes" para cada carro; son las tres partes del alma: la racional, la concupiscible y la irascible (123). Todo ha de ser sepultado en el agua, que para unos es principio de vida y para otros de muerte (124). Todo ha de quedar enterrado en el agua; el cristiano que pasa por el agua misteriosa del bautismo ha de dejar sepultadas todas las fuerzas del mal: avaricia, impureza, codicia, vanagloria, violencia; todo ha de morir en el agua, los movimientos perversos del espíritu como los actos que de ahí se siguen (126). Con el bautismo cristiano comienza una vida nueva y distinta, por eso debe quedar anegado en el agua todo lo que tenga razón y sentido de pecado (127). Antes de ser cristiano uno, como lujurioso o avaro, podía ser un esclavo, pero habiendo atravesado las aguas todo aquello debe quedar sepultado (127-129).

En conclusión
Los Padres de la Iglesia tienen clara conciencia de que el Éxodo es un libro espiritual básico para nuestra fe. Ahora bien, su interpretación, salvando este valor fundamental, es un interpretación múltiple, variada y dirigida. El género homiliético es por excelencia un género mistagógico; pero una homilía puede estar muy marcada por la ocasión del tiempo y por el auditorio que tengo delante. Estas circunstancias "condicionan" el sistema interpretativo. Por ello no podemos ver en estos escritos una exposición orgánica desde el punto de vista que nos interesa.

IV. La lectura litúrgica en la noche pascual

La interpretación que en este momento nos interesa es una interpretación con determinadas características:
- Es una interpretación encuadrada en la celebración cristiana más importante del año.
- Es una interpretación en la que nos interesa no tanto el elemento moralizador y personal cuanto el elemento objetivo: Cristo y la Iglesia.
- Es una interpretación referida al misterio pascual de Cristo.

1. Lex orandi, lex credendi
Oigamos cómo ora la Iglesia en la noche pascual precisamente en el momento en que se acaba de proclamar el paso del Mar Rojo, coronado por el Cántico de Moisés. Esa forma de orar nos dará la clave del sentido íntimo de su fe, nos abrirá los ojos para entender qué realidades celebramos los cristianos y con qué dimensiones.
El sacerdote presidente de la celebración puede escoger una de estas dos oraciones colecta:
- También ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismo que en otro tiempo manifestaste tu poder al librar a un solo pueblo de la persecución del faraón, hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo. Te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel. Por Jesucristo nuestro Señor.
- Oh Dios, que has iluminado los prodigios de los tiempos antiguos con la luz del Nuevo Testamento: el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal, y el pueblo liberado de la esclavitud imagen de la familia cristiana; concede que todos los pueblos, elevados por su fe a la dignidad de pueblo elegido, se regeneren por la participación de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.
En el Pregón Pascual se había cantado:
- "Esta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo. Esta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado".

2. Dios el protagonista
El protagonista de la salida de Egipto y del paso del Mar Rojo fue el Señor. En aquella gesta gloriosa no podemos confundir nuestra atención retenidos en los detalles del portento. Ni el Faraón con todo su ejército, ni el pueblo cruzando el mar, ni Moisés ni la nube, son los protagonistas. Es el Señor, a él solo la gloria.
La más antigua tradición judía lo ha comprendido así. "Cantaré a Yahweh porque se ha exaltado. A Yahweh le está bien la grandeza, a Yahweh le corresponde el poder, a Yahweh le está bien la gloria y la victoria y la majestad; y así David dice: Tuya es, oh Yahweh, la grandeza, el poder, la gloria, la victoria y la majestad".[25]

Dios de gloria y santidad
1. Oigámoselo a él mismo: "Me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de los guerreros" (vv. 17-18). El Mar Rojo es un acto divino: revela­ción de la gloria de Dios y de la santidad de Dios. La gloria de Dios es la irradiación que despide su ser divino, y en el núcleo original está su santidad, que es el punto final de su transcendencia, aquello por lo que él es lo que es, su identidad absoluta, siempre misterio, siempre indescifrable para el hombre. "Sabrán que yo soy el Señor" es una manera de poner a la criatura ante su Dios santo. Los egipcios quedaron en el ámbito de la revelación numinosa de la santidad de Dios.
Y esta revelación alcanzó de modo distinto al pueblo elegido. Israel vio la mano grande del Señor... y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor...  (v. 31). Israel acogió la revelación que Dios le brindaba: temió y creyó. El temor es la vibración reverencial que sacude el corazón cuando alguien ha contemplado la grandeza del Señor. El temor es la actitud de aquel que ha aprendido a medir distancias. Pero no es el temor servil ni el temor del que queda oprimido, porque Israel, al temer al Señor, se entrega a él: creyó en el Señor. El Dios terrible y fascinante es el que resplandecía en aquel episodio supremo.
2. Los cristianos sabemos que no hay gesta divina superior a la resurrección de Jesús. Dios se reveló a sí mismo; reveló su gloria y su santidad; reveló la filiación divina de su Hijo; reveló el Espíritu Santo. Fue entonces, al decir de San Pablo, cuando el Hijo de David "fue constituido Hijo de Dios, con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos" (Rm 1,4).
Dios se cubrió de gloria: Que se levante Dios y se dispersen sus enemigos. Nosotros reconocemos que la manifestación más sustancial del secreto de Dios fue la resurrección de su Hijo amado, y nos quedamos atónitos y fascinados, temerosos y transidos de fe.
Es esto lo que celebramos en la noche santa. Por eso glorificamos a Dios por él mismo, por su inmensa gloria.

 Dios de los padres, fiel y misericordioso
1. El paso del Mar Rojo no es un episodio aislado e inconexo, sino que está entrelazado en toda una historia de maravillas. Cuando Israel clamó desde el fondo de su humillación, "oyó Dios sus gemidos y se acordó Dios de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel y conoció..." (2,24-25). El Dios de los Padres es el Dios que actúa en este momento. Es el Dios de la alianza, el Dios fiel y misericordioso.
. El paso del Mar Rojo es la firma soberana de la fidelidad de Dios y de la misericordia de Dios con su pueblo. Nos sacó, porque nos amaba, dirá el salmo.
2. En la noche santa celebra la comunidad cristiana el triunfo de la fidelidad y del amor de Dios. Porque amaba a su Hijo no lo dejó perdido en la muerte, lo sacó del abismo. Dios fue fiel a su Hijo y lo salvó...

2. El pueblo salvado

1. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar (14,30).
Cuando nosotros hablamos de salvación hablamos en concreto y en este contexto de la historia paradigmática de Israel de dos cosas:
- De la exención de la esclavitud. El pueblo que gemía bajo el látigo de los capataces, sujeto a duros trabajos, queda exento de tales trabajos. "Yo liberé sus hombros de la carga, sus manos la espuerta abandonaron", dice el salmo 81,7.
- Hablamos, sobre todo, de acceso a la libertad. El pueblo de Israel es constituido como un pueblo libre. Adquiere un compromiso de libertad. pero el precio de la libertad es la oblación total, la plena confianza en las manos de Dios. Cosa que Israel no supo sostener. Pronto se olvidaron, como lo dice reiteradamente aquel salmo 78 que repasa las lecciones de la historia de Israel: "Tenían olvidados sus portentos, la maravillas que él les hizo ver" (v. 11).
La exégesis reciente ha sabido ver, ahondando con sabiduría en los textos, en qué punto original nace el Antiguo Testamento, como historia y como libro. Hay en el Antiguo Testamento una fórmula 124 veces en dos redaccio­nes distintas: "Yahweh hizo subir a Israel de Egipto" (41 veces), "Yahweh hizo salir a Israel de Egipto" (83 veces). Esta fue la experiencia nuclear y radial. En aquella ocasión nació Israel como pueblo, conglutinando viejas y dispersas tradiciones. Los salidos de Egipto (expulsados, fugitivos, prófugos...) se sintieron pueblo, empezaron a tener identidad. Experimentaron la mano de Dios y la afirmación de la intervención divina fue para ellos, como anota la exégesis, una revelación, una proclamación kerigmática y una confesión colectiva de fe.[26]
2. Al exponer así los sucesos antiguos, sin ninguna dificultad estamos pensando en el acontecimiento pascual de Jesús. Nosotros nacimos como Iglesia, como comunidad del Resucitado, en la Pascua, el día en que, mediante la fe, tuvimos acceso al misterio del resucitado. Aquel fue el día de nuestra salvación, de nuestra liberación, de nuestra creación.
Este es el día que hoy celebra la Iglesia, en un hoy, que no es un hoy comparativo con los prodigios antiguos, sino un "hoy" que ha quedado eternizado en el paso de Cristo al Padre. Esta es la noche en que la columna de fuego ha borrado nuestro pecado. Y la columna de fuego es Cristo glorioso, simbolizado eficazmente en el Cirio ardiente. Hoy cruzamos nosotros el Mar Rojo. El sepulcro abierto nos dice que el mar está seco, que el enemigo queda atrás, que hemos entrado en la libertad eterna.

4. A través del agua bautismal
Delante de la comunidad cristiana hay un recipiente preparado con agua, puede ser la misma pila o fuente bautismal. El agua allí contenida es para nosotros el agua del Mar Rojo. Va a ser el agua sacramental con su fuerza escondida. En el momento de la bendición solemne vamos a comprender el misterio de esta agua. "Oh Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables, con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua para significar la gracia del bautismo..." Recordaremos que el Espíritu se cernía sobre las aguas primordiales para dar origen al mundo habitado, que las aguas del diluvio pusieron fin al pecado y dieron nacimiento a una nueva humanidad; y al llegar a las aguas del Mar Rojo, ante el agua que va a ser bendecida, oraremos a Dios diciendo: "Oh Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el Mar Rojo a los hijos de Abrahán, para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón fuera imagen de la familia de los bautizados..."
La realidad mística de aquellas aguas se cumple precisamente en esta noche bautismal. Aquello fue presagio y sombra; esto cumplimiento y realidad. El Espíritu con su fuerza omnipotente opera para que el signo sacramental sea eficaz hasta la entraña. Lo mismo que el Espíritu resucitó a Jesús y le hizo pasar de una existencia corruptible a la vida inmortal, el Espíritu hará de un hijo de Adán un hijo de Dios. Y esto será a través del agua.

Nosotros escuchamos el viejo relato del tránsito del Mar Rojo, lectura que en ningún caso se puede suprimir, y ahí estamos leyendo el relato de nuestro bautismo. Se bautizarán acaso nuevas criaturas o catecúmenos en esta noche; en todo caso nosotros nos sumergiremos en nuestro bautismo, al introducirnos en el misterio de Cristo Resucitado, y renovaremos nuestras promesas bautismales, unidos espiritualmente a todo el pueblo de Dios que en toda la faz del mundo está viviendo esta noche como noche bautismal.

5. Cantemos al Señor
Toda la asamblea exulta, como un día cantó Israel. El paso del Mar Rojo se termina en la alabanza y la alabanza nos introduce en el cielo.
Cuando Israel cantó en el Éxodo la gesta de Dios salvador, el autor sagrado, en definitiva el autor que con voz del pueblo compuso para la liturgia, para la renovación de la alianza, cantó en uno solo cántico, no únicamente el paso portentoso del mar, sino la llegada al Sinaí, la entrada en la tierra santa y la construcción del Templo en el monte Sión. Una historia de varios siglos quedó compendiada en un canto, que se dice que cantó Moisés con el pueblo al pasar el mar.
Cuando en el salmo responsorial debemos compendiar las estrofas, no dejamos de evocar el cenit de esta historia. Cantamos:
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Cantamos, pues, el reina de Dios. El Señor reina por siempre jamás. Dios reina en la resurrección de su Hijo Jesús[27].



[1] Instrucción In ecclesiasticam futurorum (1 jun. 1979) de la Sda. Congregación para la Educación católica sobre la formación litúrgica en los seminarios, n. 2 [Echiridion. Documentación litúrgica postconciliar, 229].
[2] In ecclesiasticam futurorum, 9 [Enchiridion, 236].
[3] Ordo lectionum Missae (21 enero 1981), n. 5 [Enchiridion, 1108].
[4] Ordo lectionum Missae, 5 [Enchiridion, 1108].
[5] Ordo lectionum Missae, 3 [Enchiridion, 1106].
[6] Ordo lectionum Missae, 4 [Enchiridion, 1107].
[7] En lo que conocemos la tradición cristiana, específicamente la litúrgica, no ha interpretado el paso del Mar Rojo aplicado a Jesús mismo, como si él fuera bautizado en las aguas del mar.
[8] Teresa Martínez Sáiz, Mekilta de Rabbí Ismael. Comentario rabínico al libro del Éxodo (Biblioteca Midrásica, 16), Editorial Verbo Divino, estella 1995. La obra se compone de nueve tratados, comentando diversas secciones del Éxodo. Pertenecen directamente a nuestro tema el segundo: Wa-yehi be-sallah (Ex 13,17-14,31) [pp.113-166] y Sirata (Ex 15,1-21) [pp. 167-214].
[9] Véase: H. L. Strack - G. Stemnberger, Introducción a la literatura talmúdica y midrásica. Edición españolka preparada por Miguel Pérez Fernández (Biblioteca Midrásica, 3). Valencia 1988, Véase: Hermenéutica rabínica, pp. 47-69.
[10] Mekilta..., pág. 167. La autora cita otro texto rabínico: "No existe parasah que no contenga la resurrección de los muertos" (SDt 306,28). El Apocalipsis, que nos habla delmundo que viene, nos presenta a los elegidos cantando "el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero" (Ap 15,3). Es el canto de la liberación obtenida y del triunfo.
[11] Textos en la edición citada de la Mekilta, pp. 172-173.
[12] Mekilta..., pág. 171,
[13] No es fácil encontrar el seder de Pascua en un libro de oraciones judías. Hay que acudir a una edición expresa. Vicente Serrano, La Pascua de Jesús en su tiempo y en el nuestro (2ª edición corregida). Apéndice con la Haggadah de Pésah. Madrid, Centro de Estudios Judeo-Cristianos 1985] se remite a dos ediciones: Morris Silvermann [Haggadah de Pésah - con notas explicativas y textos originales] Prayer Book Press, Hantford Conn., 1962; Edmod Flegg, Haggadah de Pâques. Texte hebreu revu par le rabin Back, mis en français par Edmond Flegg. Paris, Robert Morel 1978. Hemos tenido acceso a un texto bilingüe hebreo e inglés: The Haggadah with a revised english translation and illustrations. "Sinai" Publishing Tel-Aviv, Israel. 1988. - Tras el día académico para el que fue preparada esta intervención el sacerdote D. Emeterio Martínez (Parroquia de San Miguel, Alfaro) ha entregado para la biblioteca del Seminario la obra del ritual de celebración de Pascua en la siguiente edición: Pablo Link, Hagadá. Manual de Pesaj. Tel Aviv, Editoria (sic) "Sinai" 1949. Este libro es una pequeña perla. Contiene el texto hebreo y castellano de la celebración de la Pascua judía, con ilustraciones muy delicadas. Todas las páginas están enmarcadas en recuadros con decoraciones de pinturas y relieves egipcios, evocando de esta manera de dónde ha salido el pueblo elegido y cuál es la esclavitud de la que se les ha librado.
[14] Esta división, que consta en los rituales, se hace en función de ciertos signos y gestos emblemáticos; posiblemente cabría una estructura litúrgico-teológica más articulada sin modificar para la la secuencia de cada uno de las partes. Compárese, por ejemplo, la estructuración de la Vigilia Pascual que proponía el Ordo Hebdomadae Sanctae instauratus de Pío XII (1952) con la estructuración actual, siendo la misma la secuencia de las partes.
[15] Una pieza del Seder de Pascua es el canto del Dayenu (literalmente: ¡Cuánto para nosotros!). A través de 14 estrofas, concatenada cada una a la anterior para formar un eslabón continuo, se recorren los bienes del Señor: salida de Egipto, justicia contra los ídolos de Egipto, muerte de los primogénitos, salida con salud de los hebreos, división del mar Rojo en beneficio de los israelitas, secar el fondo del mar, hundir en él a nuestros opresores, cuidar a Israel en la travesías del desierto durante cuarenta años, haberles proporcionado el maná, haberles concedido el Sábado, conducirlos haste el monte Sinaí, darles la Ley, llevarlos hasta la Tierra de Israel, construir allí el Templo para remisión de los pecados. - Las Comunidades Catecumenales han acomodado la letra del Dayenu para referirlo, arrancando del Éxodo, a Cristo, a la Iglesia, al don del Espíritu Santo.
[16] Texto según la traducción de Carlos Carrete Parrondo, que presenta Vicente Serrano, La Pascua de Jesús..., 152. El texto hebreo véase en: The Haggadah (Sinai), 32. Cuando se ha dicho este texto solemne, que es terminado con una conclusión de alabanza, se empieza cantar el Hallel (salmo 113).
[17] The Haggadah, 39.
[18] The Haggadah, 40.
[19] The Haggadah, 41.
[20] Un repaso detallado loencontramos en: Roger Le Déaut - Joseph Lécuyer, Exode: Dictionnaire de spiritualité, IV (1961) 1957-1995. Después de un repaso por estas zonas: Antiguo testamento, Judaísmo antiguo, Nuevo Testamento, Tradición cristiana, Liturgia, los autores sintetizan así los grandes temas de la espiritualidad del Éxodo: Liberación y salvación, La intimidad con dios, La Iglesia pueblo de Dios, El combate espiritual, Dios alimenta a su pueblo, Hacia la tierra prometida.
[21] testimonio citado por Le Déaut -Lecuyer, art. cit., 1974, con los textos de Adv. haer., IV, 30,1 y 31,1 [PG 7, 1064c-1065b y 1068-1069].
[22] Orígenes, Homilías sobre el Éxodo. Introducciòn y notas de Maria Ignazia Danielli. Traducción del latín de Angel castaño Félix (Biblioteca de patrística, 17). Editorial Ciudad Nueva, Madrid 1992.
[23] Homilía V,1 (edición citada, 94).
[24] Muy buena edición reciente anotada: Gregori de Nissa, Vida de Moisès. Introducció, traducció i notes de Josep Vives. Barcelona, Facultat de Teologia de Catalunya / Fundació Enciclopèdia Catalana, 1991. Aquí en Logroño la Fraternidad Monástica de la Paz ha publicadoen la colección "Padres de la Iglesia" de la revista "Theophania": San Gregorio de Nisa, Moisés. La vida del profeta como itinerario espiritual. La colección "Sources chrétiennes" se abrió con la publicación de la Vida de Moisés, edición llevada a cabo por J. Daniélou.
[25] Mekilta, (edición citada), 171. Sigue en el mismo tono (pp. 171-172) alabando los atributos divinos.
[26] Véase: Antonio M. Artola - José Manuel Sánchez Caro, Biblia y Palabra de Dios (Introducción al estudio de la Biblia, 2). Verbo Divino, Estella 1990, 141-142 y notas.
[27] Al concluir esta exposición séame permitido evocar una obrita editada este año con el tema celebrativo de la Pascua: R. Grández, La hermosa Vigilia de Pascua. Cómo preparar y vivir la celebración más importante del año. Barcelona, Editorial Regina 1995.

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