4. Primer relato de
la creación
Génesis 1,1-2,3
Nos remitimos
como libro de referencia al ya citado:
Félix García López, El Pentateuco: Introducción a los cinco primeros libros de la Biblia.
Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra). 3ª edición 2006 (1ª de 2002). 383
pp.
1. Preámbulo: El científico de hoy y la Biblia
Cualquier
persona culta de hoy, que tenga un interés por saber científicamente algo de
dónde vivimos en el Universo, queda del todo abrumada al informarse acerca del
Universos de unas primeras nociones que te dan los astrónomos como tema de
enciclopedia. He aquí un ejemplo:
La VÍA LÁCTEA es una galaxia
espiral que contiene 100.000 millones de
estrellas. Tiene un diámetro superior a 100.000 años luz
(1000.000.000.000.000.000 km), un disco con brazos en espiral y un centro o
esferoide central denso.
… Sus medidas, para nosotros espeluznantes, son sin embargo irrisorias
comparadas con algunas de las galaxias más grandes de que el hombre tiene
conocimiento.
… La Vía Láctea, pertenece al denominado grupo local, una región del
espacio de unos 3.000.000 millones de Km y que engloba a una treintena de
galaxias y nebulosas. Se distinguen en este grupo, tres grandes formaciones: La
galaxia del Triángulo, la galaxia de Andrómeda y nuestra propia galaxia, que
comparten este espacio con una veintena de formaciones menores (Información
tomada de Internet…).
Ante estos
datos, frente a los cuales la imaginación se rinde, rota, y deja paso a la pura
razón, surgen unos planteamientos ineludibles, que podemos formularlos así:
Ø
El
Universo no puede ser entendido sin el hombre, ni el Hombre sin el Universo.
Ø
El
Universo/Hombre es la cuestión científica central, siempre abierta.
Ø
El
Universo/Hombre es la cuestión teológica sin más.
De aquí surgen
pareceres:
- El Universo/Hombre es la presencia gloriosa de Dios.
- El Universo/hombre es la ausencia de Dios[1].
El que entra en
una lectura de la Biblia como libro sagrado, al momento se da cuenta de que
entra en una página teológica. Y puede percibir que esta teología:
- es una
teología total,
- es una
teología fontanal,
- y que,
finalmente, es una teología absoluta que abraza toda la Biblia y toda la existencia
humana.
2. Aplicación metodológica y exposición de los temas
teológicos
La Biblia de
nuestro pueblo (Biblia del Peregrino, América Latina), arriba mencionada, es un
ejemplo hermoso de una exégesis estimulante para este pasaje, aplicando las perspectivas
que posibilita el método expuesto.
- Texto nacido
en la corriente sacerdotal (P) en el devenir histórico de Israel cuando acaso
se pueda pensar que Yahveh ha sido derrotado.
- “Veamos en
forma de elenco las posibles intenciones y consecuencias que hay ene este
relato:
1. La creación
es fruto de la bondad absoluta de Dios. …
2. En la
creación todo obedece a un plan armónico, cada elemento cumple una función
determinada…
3. Se da otro
paso más en la toma de conciencia respecto a la relación de Dios con el ser
humano y el mundo, al resaltar la responsabilidad del hombre y de la mujer en
ese conjunto armónico creado por Dios mediante su Palabra. …
4. En la
creación hay un orden y una armonía, no sólo porque es fruto de la Palabra
creadora de Dios, sino porque Él mismo ratificó esa armonía y esa bondad con su
bendición. …
5. Finalmente,
el descanso sabático es una nueva invitación a la resistencia contra el poder
opresor que hoy cobra gran vigencia. …”
Este esquema lo
traemos a colación como simple indicador.
De hecho,
cualquiera de nosotros puede sumergirse en los contenidos sin fondo de este
pasaje. Y si uno no alcanza transcender del texto a una teología técnica, sí
que la letra (que primero la analizamos como un esquema artístico) nos abre a
una contemplación teológica a lo infinito…
Por ejemplo:
Ø
La
contemplación de la hermosura y bondad del cosmos, procedente del corazón de
Dios.
Ø
La
magnitud del Hombre y de la Mujer, cual semejanza de Dios, en su soberanía
sobre el cosmos, y, en consecuencia, sobre la historia que va a desencadenarse.
Ø
Pensemos,
además, que, si el texto nace en determinado contexto histórico, como Primera
Página de la Biblia es la pauta de todo el pensamiento bíblico, de toda la
revelación, hasta la vuelta del Señor.
3. Una catequesis pontificia
Una catequesis
pontificia sobre el texto nos revelará la libertad con que puede proceder la
exégesis.
JUAN PABLO II, audiencia general,
Miércoles 12 de septiembre de 1979
Las primeras páginas del libro del Génesis
1. El miércoles pasado comenzamos el ciclo de reflexiones sobre la
respuesta que Cristo Señor dio a sus interlocutores acerca de la pregunta sobre
la unidad e indisolubilidad del matrimonio. Los interlocutores fariseos, como
recordamos, apelaron a la ley de Moisés; Cristo, en cambio, se remitió al
"principio" citando las palabras del libro del Génesis. El
"principio" en este caso se refiere a lo que trata una de las primeras
páginas del libro del Génesis. Si queremos hacer un análisis de esta
realidad, debemos, sin duda, dirigirnos, ante todo, al texto. Efectivamente,
las palabras pronunciadas por Cristo en la conversación con los fariseos, que
nos relatan el capítulo 19 de San Mateo y el 10 de San Marcos, constituyen un
pasaje que, a su vez, se encuadra en un contexto bien definido, sin el cual no
pueden ser entendidas ni interpretadas justamente. Este contexto lo ofrecen las
palabras: "¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y
hembra...?" (Mt 19, 4), y hace referencia al llamado primer relato
de la creación del hombre, inserto en el ciclo de los siete días de la creación
del mundo (Gén 1, 1-2. 4). En cambio, el contexto más próximo a las
otras palabras de Cristo, tomadas del Génesis 2, 24, es el llamado segundo
relato de la creación del hombre (Gén 2, 5-25), pero indirectamente es
todo el capítulo tercero del Génesis. El segundo relato de la creación del
hombre forma una unidad conceptual y estilística con la descripción de la
inocencia original, de la felicidad del hombre e incluso de su primera caída.
Dado lo específico del contenido expresado en las palabras de Cristo, tomadas
del Génesis 2, 24, se podría incluir también en el contexto, al menos, la primera
frase del capítulo cuarto del Génesis, que trata de la concepción y nacimiento
del hombre de padres terrenos. Así intentamos hacer en el presente análisis.
2. Desde el punto de vista de
la crítica bíblica, es necesario recordar inmediatamente que el primer
relato de la creación del hombre es cronológicamente posterior al segundo.
El origen de este último es mucho más remoto. Este texto más antiguo se define
"yahvista", porque para nombrar a Dios se sirve del término
"Yahvé". Es difícil no quedar impresionados por el hecho de que la
imagen de Dios que presenta tiene rasgos antropomórficos bastante relevantes
(efectivamente, entre otras cosas leemos allí que "formó Yahvé Dios al
hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida": Gén
2, 7). Respecto a la descripción, el primer relato, es decir, precisamente el
considerado cronológicamente más reciente, es mucho más maduro, tanto por lo
que se refiere a la imagen de Dios, como por la formulación de las verdades
esenciales sobre el hombre. Este relato proviene de la tradición sacerdotal y
al mismo tiempo "elohista" de "Elohim", término que emplea
para nombrar a Dios.
3. Dado que en esta narración la creación del hombre como varón y
hembra, a la que se refiere Jesús en su respuesta según Mt 19, está
incluida en el ritmo de los siete días de la creación del mundo, se le puede
atribuir sobre todo un carácter cosmológico; el hombre es creado sobre la
tierra y al mismo tiempo que el mundo visible. Pero, a la vez, el Creador le
ordena subyugar y dominar la tierra (cf. Gén 1, 28): está colocado,
pues, por encima del mundo. Aunque el hombre esté tan estrechamente unido al
mundo visible, sin embargo la narración bíblica no habla de su semejanza con el
resto de las criaturas, sino solamente con Dios ("Dios creó al hombre a
imagen suya, a imagen de Dios lo creó... ": Gén 1, 27). En el ciclo
de los siete días de la creación es evidente una gradación precisa [1]; en cambio,
el hombre no es creado según una sucesión natural, sino que el Creador parece
detenerse antes de llamarlo a la existencia, como si volviese a entrar en sí
mismo para tomar una decisión: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y a
nuestra semejanza" (Gén 1, 26).
4. El nivel de ese primer relato de la creación del hombre,
aunque cronológicamente posterior, es,
sobre todo, de carácter teológico. De esto es índice la definición del
hombre sobre la base de su relación con Dios ("a imagen de Dios lo
creó"), que incluye al mismo tiempo la afirmación de la imposibilidad
absoluta de reducir el hombre al "mundo". Ya a la luz de las primeras
frases de la Biblia, el hombre no puede ser comprendido ni explicado hasta el fondo
con las categorías sacadas del "mundo", es decir, del conjunto
visible de los cuerpos. A pesar de esto también el hombre es cuerpo. El Génesis
1, 27 constata que esta verdad esencial acerca del hombre se refiere tanto al
varón como a la hembra: "Dios creó al hombre a su imagen..., varón y
hembra los creó"[2]. Es necesario
reconocer que el primer relato es conciso, libre de cualquier huella de
subjetivismo: contiene sólo el hecho objetivo y define la realidad objetiva,
tanto cuando habla de la creación del hombre, varón y hembra, a imagen de Dios,
como cuando añade poco después las palabras de la primera bendición; "Y
los bendijo Dios, diciéndoles: Procread y multiplicaos, y henchid la tierra;
sometedla y dominad"(Gén 1, 28).
5. El primer relato de la creación del hombre, que, como hemos
constatado, es de índole teológica, esconde en sí una potente carga metafísica.
No se olvide que precisamente este texto del libro del Génesis se ha convertido
en la fuente de las más profundas inspiraciones para los pensadores que han
intentado comprender el "ser" y El "existir". (Quizá sólo
el capítulo tercero del libro del Éxodo pueda resistir la comparación con este
texto)[3]. A pesar de
algunas expresiones pormenorizadas y plásticas del pasaje, El hombre está
definido allí, ante todo, en las dimensiones del ser y del existir ("esse").
Está definido de modo más metafísico que físico. Al misterio de su creación
("a imagen de Dios lo creó") corresponde la perspectiva de la
procreación ("procread y multiplicaos, y henchid la tierra"), de ese
devenir en el mundo y en el tiempo, de ese "fieri" que está
necesariamente unido a la situación metafísica de la creación del ser
contingente (contingens). Precisamente en este contexto metafísico de la
descripción del Génesis 1, es necesario entender la entidad del bien, esto es,
el aspecto del valor. Efectivamente este aspecto vuelve en el ritmo de casi
todos los días de la creación y alcanza su culmen después de la creación del
hombre: "Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho" (Gén 1,
31). Por lo que se puede decir con certeza que el primer capítulo del Génesis
ha formado un punto indiscutible de referencia y la base sólida para una
metafísica e incluso para una antropología y una ética, según la cual "ens
et bonum convertuntur". Sin duda todo esto tiene su significado
también para la teología y sobre todo para la teología del cuerpo.
6. Al llegar aquí interrumpimos nuestras consideraciones. Dentro de una
semana nos ocuparemos del segundo relato de la creación, es decir, del que,
según los escrituristas, es más antiguo cronológicamente. La expresión
"teología del cuerpo" que acabo de usar merece una explicación más
exacta, pero la aplazamos para otro encuentro. Antes debemos tratar de
profundizar en ese pasaje del libro del Génesis, al que Cristo se remitió.
Notas
[1]. Al hablar de
la materia inanimada, el autor bíblico emplea diferentes predicados, como
"separó, "llamó", "hizo", "puso". En cambio,
al hablar de los seres dotados de vida, usa los términos "creó" y
"bendijo". Dios les ordena: "Procread y multiplicaos". Este
mandato se refiere tanto a los animales com al hombre, indicando que les es
común la corporalidad (cf. Gén 1, 22-28).
Sin embargo, la creación del hombre se
distingue esencialmente en la descripción bíblica de las precedentes obras de
Dios. No sólo va precedida de una introducción solemne, como si se tratara de
una deliberación de Dios antes de este acto importante, sino que, sobre todo,
la dignidad excepcional del hombre se pone de relieve por la
"semejanza" con Dios, de quien es imagen.
Al crear la materia inanimada Dios
"separaba"; a los animales les manda procrear y multiplicarse;
pero la diferencia del sexo está subrayada sólo respecto al hombre ("varón
y hembra los creó"), bendiciendo al mismo tiempo su fecundidad, es decir,
el vínculo de las personas (Gén 1, 27-28).
[2].
El texto original dice: "Dios creó al hombre (ha-adam - sustantivo
colectivo: ¿la "humanidad"?) / a su imagen; / a imagen de Dios los
creó; / macho (zakar - masculino) y hembra (unequebah - femenino) los
creó" (Gén 1, 27).
[3]. "Haec sublimis
veritas": "Yo soy el que soy" (Ex 3, 14) es objeto de reflexión
para muchos filósofos, comenzando por San Agustín, quien pensaba que Platón
debía conocer este texto porque le parecía muy cercano a sus concepciones. La
doctrina agustiniana de la divina "essentialitas" ejerció, mediante
San Anselmo, un profundo influjo en la teología de Ricardo de San Víctor, de
Alejandro de Alés y de San Buenaventura.
"Pour passer de cette
interprétation philosophique du text de l'Exode á celle qu'allait saint Thomas
il fallait nécessairement franchir la distance qui sépare 'l'être de l'essence'
de 'l'être de l'existence'. Las preuves thomistes de l'existence de Dieu l'ont
franchie".
Diversa es la posición del maestro
Eckhart, que, basándose en este texto, atribuye a Dios la "puritas essendi":
"est aliquid altius ente..." (cf. E.
Gilson, Le Thomisme, París 1944 (Vrin) págs. 122-127; E. Gilson, History
of Christian Philosophy in the Middle Ages, London 1955 [Sheed and Ward]
[1] En estas semanas ha sido famosa
la figura de Stephen William Hawking (*Oxford, 8 de enero
de 1942). “La
publicación de los extractos del libro escrito junto a Leonard
Mlodinow "The Grand Design" (El gran designio), en los que
manifiesta básicamente que Dios no creó el Universo, causaron una fuerte polémica y
críticas de representantes de numerosas religiones”
(Véase en Wikipedia el nombre St. W. Hawking, noticia tomada el 22 septiembre
2010).
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