miércoles, 23 de enero de 2013

4. Primer relato de la creación



4. Primer relato de la creación
Génesis 1,1-2,3


Nos remitimos como libro de referencia al ya citado:
Félix García López, El Pentateuco: Introducción a los cinco primeros libros de la Biblia. Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra). 3ª edición 2006 (1ª de 2002). 383 pp.


1. Preámbulo: El científico de hoy y la Biblia

Cualquier persona culta de hoy, que tenga un interés por saber científicamente algo de dónde vivimos en el Universo, queda del todo abrumada al informarse acerca del Universos de unas primeras nociones que te dan los astrónomos como tema de enciclopedia. He aquí un ejemplo:

La VÍA LÁCTEA es una galaxia espiral que contiene 100.000 millones de estrellas. Tiene un diámetro superior a 100.000 años luz (1000.000.000.000.000.000 km), un disco con brazos en espiral y un centro o esferoide central denso.
… Sus medidas, para nosotros espeluznantes, son sin embargo irrisorias comparadas con algunas de las galaxias más grandes de que el hombre tiene conocimiento.
… La Vía Láctea, pertenece al denominado grupo local, una región del espacio de unos 3.000.000 millones de Km y que engloba a una treintena de galaxias y nebulosas. Se distinguen en este grupo, tres grandes formaciones: La galaxia del Triángulo, la galaxia de Andrómeda y nuestra propia galaxia, que comparten este espacio con una veintena de formaciones menores (Información tomada de Internet…).

Ante estos datos, frente a los cuales la imaginación se rinde, rota, y deja paso a la pura razón, surgen unos planteamientos ineludibles, que podemos formularlos así:
Ø  El Universo no puede ser entendido sin el hombre, ni el Hombre sin el Universo.
Ø  El Universo/Hombre es la cuestión científica central, siempre abierta.
Ø  El Universo/Hombre es la cuestión teológica sin más.

De aquí surgen pareceres:
  • El Universo/Hombre es la presencia gloriosa de Dios.
  • El Universo/hombre es la ausencia de Dios[1].
El que entra en una lectura de la Biblia como libro sagrado, al momento se da cuenta de que entra en una página teológica. Y puede percibir que esta teología:
- es una teología total,
- es una teología fontanal,
- y que, finalmente, es una teología absoluta que abraza toda la Biblia y toda la existencia humana.


2. Aplicación metodológica y exposición de los temas teológicos

La Biblia de nuestro pueblo (Biblia del Peregrino, América Latina), arriba mencionada, es un ejemplo hermoso de una exégesis estimulante para este pasaje, aplicando las perspectivas que posibilita el método expuesto.

- Texto nacido en la corriente sacerdotal (P) en el devenir histórico de Israel cuando acaso se pueda pensar que Yahveh ha sido derrotado.
- “Veamos en forma de elenco las posibles intenciones y consecuencias que hay ene este relato:
1. La creación es fruto de la bondad absoluta de Dios. …
2. En la creación todo obedece a un plan armónico, cada elemento cumple una función determinada…
3. Se da otro paso más en la toma de conciencia respecto a la relación de Dios con el ser humano y el mundo, al resaltar la responsabilidad del hombre y de la mujer en ese conjunto armónico creado por Dios mediante su Palabra. …
4. En la creación hay un orden y una armonía, no sólo porque es fruto de la Palabra creadora de Dios, sino porque Él mismo ratificó esa armonía y esa bondad con su bendición. …
5. Finalmente, el descanso sabático es una nueva invitación a la resistencia contra el poder opresor que hoy cobra gran vigencia. …”

Este esquema lo traemos a colación como simple indicador.
De hecho, cualquiera de nosotros puede sumergirse en los contenidos sin fondo de este pasaje. Y si uno no alcanza transcender del texto a una teología técnica, sí que la letra (que primero la analizamos como un esquema artístico) nos abre a una contemplación teológica a lo infinito…
Por ejemplo:
Ø  La contemplación de la hermosura y bondad del cosmos, procedente del corazón de Dios.
Ø  La magnitud del Hombre y de la Mujer, cual semejanza de Dios, en su soberanía sobre el cosmos, y, en consecuencia, sobre la historia que va a desencadenarse.
Ø  Pensemos, además, que, si el texto nace en determinado contexto histórico, como Primera Página de la Biblia es la pauta de todo el pensamiento bíblico, de toda la revelación, hasta la vuelta del Señor.


3. Una catequesis pontificia

Una catequesis pontificia sobre el texto nos revelará la libertad con que puede proceder la exégesis.

JUAN PABLO II, audiencia general, Miércoles 12 de septiembre de 1979
Las primeras páginas del libro del Génesis
1. El miércoles pasado comenzamos el ciclo de reflexiones sobre la respuesta que Cristo Señor dio a sus interlocutores acerca de la pregunta sobre la unidad e indisolubilidad del matrimonio. Los interlocutores fariseos, como recordamos, apelaron a la ley de Moisés; Cristo, en cambio, se remitió al "principio" citando las palabras del libro del Génesis. El "principio" en este caso se refiere a lo que trata una de las primeras páginas del libro del Génesis. Si queremos hacer un análisis de esta realidad, debemos, sin duda, dirigirnos, ante todo, al texto. Efectivamente, las palabras pronunciadas por Cristo en la conversación con los fariseos, que nos relatan el capítulo 19 de San Mateo y el 10 de San Marcos, constituyen un pasaje que, a su vez, se encuadra en un contexto bien definido, sin el cual no pueden ser entendidas ni interpretadas justamente. Este contexto lo ofrecen las palabras: "¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra...?" (Mt 19, 4), y hace referencia al llamado primer relato de la creación del hombre, inserto en el ciclo de los siete días de la creación del mundo (Gén 1, 1-2. 4). En cambio, el contexto más próximo a las otras palabras de Cristo, tomadas del Génesis 2, 24, es el llamado segundo relato de la creación del hombre (Gén 2, 5-25), pero indirectamente es todo el capítulo tercero del Génesis. El segundo relato de la creación del hombre forma una unidad conceptual y estilística con la descripción de la inocencia original, de la felicidad del hombre e incluso de su primera caída. Dado lo específico del contenido expresado en las palabras de Cristo, tomadas del Génesis 2, 24, se podría incluir también en el contexto, al menos, la primera frase del capítulo cuarto del Génesis, que trata de la concepción y nacimiento del hombre de padres terrenos. Así intentamos hacer en el presente análisis.
2. Desde el punto de vista de la crítica bíblica, es necesario recordar inmediatamente que el primer relato de la creación del hombre es cronológicamente posterior al segundo. El origen de este último es mucho más remoto. Este texto más antiguo se define "yahvista", porque para nombrar a Dios se sirve del término "Yahvé". Es difícil no quedar impresionados por el hecho de que la imagen de Dios que presenta tiene rasgos antropomórficos bastante relevantes (efectivamente, entre otras cosas leemos allí que "formó Yahvé Dios al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida": Gén 2, 7). Respecto a la descripción, el primer relato, es decir, precisamente el considerado cronológicamente más reciente, es mucho más maduro, tanto por lo que se refiere a la imagen de Dios, como por la formulación de las verdades esenciales sobre el hombre. Este relato proviene de la tradición sacerdotal y al mismo tiempo "elohista" de "Elohim", término que emplea para nombrar a Dios.
3. Dado que en esta narración la creación del hombre como varón y hembra, a la que se refiere Jesús en su respuesta según Mt 19, está incluida en el ritmo de los siete días de la creación del mundo, se le puede atribuir sobre todo un carácter cosmológico; el hombre es creado sobre la tierra y al mismo tiempo que el mundo visible. Pero, a la vez, el Creador le ordena subyugar y dominar la tierra (cf. Gén 1, 28): está colocado, pues, por encima del mundo. Aunque el hombre esté tan estrechamente unido al mundo visible, sin embargo la narración bíblica no habla de su semejanza con el resto de las criaturas, sino solamente con Dios ("Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó... ": Gén 1, 27). En el ciclo de los siete días de la creación es evidente una gradación precisa [1]; en cambio, el hombre no es creado según una sucesión natural, sino que el Creador parece detenerse antes de llamarlo a la existencia, como si volviese a entrar en sí mismo para tomar una decisión: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza" (Gén 1, 26).
4. El nivel de ese primer relato de la creación del hombre, aunque cronológicamente posterior, es, sobre todo, de carácter teológico. De esto es índice la definición del hombre sobre la base de su relación con Dios ("a imagen de Dios lo creó"), que incluye al mismo tiempo la afirmación de la imposibilidad absoluta de reducir el hombre al "mundo". Ya a la luz de las primeras frases de la Biblia, el hombre no puede ser comprendido ni explicado hasta el fondo con las categorías sacadas del "mundo", es decir, del conjunto visible de los cuerpos. A pesar de esto también el hombre es cuerpo. El Génesis 1, 27 constata que esta verdad esencial acerca del hombre se refiere tanto al varón como a la hembra: "Dios creó al hombre a su imagen..., varón y hembra los creó"[2]. Es necesario reconocer que el primer relato es conciso, libre de cualquier huella de subjetivismo: contiene sólo el hecho objetivo y define la realidad objetiva, tanto cuando habla de la creación del hombre, varón y hembra, a imagen de Dios, como cuando añade poco después las palabras de la primera bendición; "Y los bendijo Dios, diciéndoles: Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad"(Gén 1, 28).
5. El primer relato de la creación del hombre, que, como hemos constatado, es de índole teológica, esconde en sí una potente carga metafísica. No se olvide que precisamente este texto del libro del Génesis se ha convertido en la fuente de las más profundas inspiraciones para los pensadores que han intentado comprender el "ser" y El "existir". (Quizá sólo el capítulo tercero del libro del Éxodo pueda resistir la comparación con este texto)[3]. A pesar de algunas expresiones pormenorizadas y plásticas del pasaje, El hombre está definido allí, ante todo, en las dimensiones del ser y del existir ("esse"). Está definido de modo más metafísico que físico. Al misterio de su creación ("a imagen de Dios lo creó") corresponde la perspectiva de la procreación ("procread y multiplicaos, y henchid la tierra"), de ese devenir en el mundo y en el tiempo, de ese "fieri" que está necesariamente unido a la situación metafísica de la creación del ser contingente (contingens). Precisamente en este contexto metafísico de la descripción del Génesis 1, es necesario entender la entidad del bien, esto es, el aspecto del valor. Efectivamente este aspecto vuelve en el ritmo de casi todos los días de la creación y alcanza su culmen después de la creación del hombre: "Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho" (Gén 1, 31). Por lo que se puede decir con certeza que el primer capítulo del Génesis ha formado un punto indiscutible de referencia y la base sólida para una metafísica e incluso para una antropología y una ética, según la cual "ens et bonum convertuntur". Sin duda todo esto tiene su significado también para la teología y sobre todo para la teología del cuerpo.
6. Al llegar aquí interrumpimos nuestras consideraciones. Dentro de una semana nos ocuparemos del segundo relato de la creación, es decir, del que, según los escrituristas, es más antiguo cronológicamente. La expresión "teología del cuerpo" que acabo de usar merece una explicación más exacta, pero la aplazamos para otro encuentro. Antes debemos tratar de profundizar en ese pasaje del libro del Génesis, al que Cristo se remitió.
Notas
[1]. Al hablar de la materia inanimada, el autor bíblico emplea diferentes predicados, como "separó, "llamó", "hizo", "puso". En cambio, al hablar de los seres dotados de vida, usa los términos "creó" y "bendijo". Dios les ordena: "Procread y multiplicaos". Este mandato se refiere tanto a los animales com al hombre, indicando que les es común la corporalidad (cf. Gén 1, 22-28).
        Sin embargo, la creación del hombre se distingue esencialmente en la descripción bíblica de las precedentes obras de Dios. No sólo va precedida de una introducción solemne, como si se tratara de una deliberación de Dios antes de este acto importante, sino que, sobre todo, la dignidad excepcional del hombre se pone de relieve por la "semejanza" con Dios, de quien es imagen.
        Al crear la materia inanimada Dios "separaba"; a los animales les manda procrear y multiplicarse; pero la diferencia del sexo está subrayada sólo respecto al hombre ("varón y hembra los creó"), bendiciendo al mismo tiempo su fecundidad, es decir, el vínculo de las personas (Gén 1, 27-28).
[2]. El texto original dice: "Dios creó al hombre (ha-adam - sustantivo colectivo: ¿la "humanidad"?) / a su imagen; / a imagen de Dios los creó; / macho (zakar - masculino) y hembra (unequebah - femenino) los creó" (Gén 1, 27).
[3]. "Haec sublimis veritas": "Yo soy el que soy" (Ex 3, 14) es objeto de reflexión para muchos filósofos, comenzando por San Agustín, quien pensaba que Platón debía conocer este texto porque le parecía muy cercano a sus concepciones. La doctrina agustiniana de la divina "essentialitas" ejerció, mediante San Anselmo, un profundo influjo en la teología de Ricardo de San Víctor, de Alejandro de Alés y de San Buenaventura.
        "Pour passer de cette interprétation philosophique du text de l'Exode á celle qu'allait saint Thomas il fallait nécessairement franchir la distance qui sépare 'l'être de l'essence' de 'l'être de l'existence'. Las preuves thomistes de l'existence de Dieu l'ont franchie".
        Diversa es la posición del maestro Eckhart, que, basándose en este texto, atribuye a Dios la "puritas essendi": "est aliquid altius ente..." (cf. E. Gilson, Le Thomisme, París 1944 (Vrin) págs. 122-127; E. Gilson, History of Christian Philosophy in the Middle Ages, London 1955 [Sheed and Ward]




[1] En estas semanas ha sido famosa la figura de Stephen William Hawking (*Oxford, 8 de enero de 1942). “La publicación de los extractos del libro escrito junto a Leonard Mlodinow "The Grand Design" (El gran designio), en los que manifiesta básicamente que Dios no creó el Universo, causaron una fuerte polémica y críticas de representantes de numerosas religiones” (Véase en Wikipedia el nombre St. W. Hawking, noticia tomada el 22 septiembre 2010).

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